La antibiblioteca
El semiólogo, filósofo y semiólogo Umberto Eco ha sido un
entusiasta coleccionista de libros raros. Eco ha acumulado decenas de miles de
libros, y siempre observa que no ha leído la mayoría de ellos.
Esa capacidad de mezclar fuentes de ambos extremos del
espectro invariable creció en la niñez de Eco. Durante la Segunda Guerra
Mundial, el joven Umberto se encargaba de buscar el carbón de la bodega. Allí
encontró un tesoro de libros. Su abuela, una lectora indiscriminada, tenía libros de autores clásicos como Balzac, Dickens y Darwin
junto a novelas de diez centavos y cómics. Eco los leyó a todos.
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En su libro El cisne negro, Nassim Nicholas Taleb, analiza cómo
los seres humanos creemos saber más de lo que efectivamente sabemos. Y menciona a
Eco como una persona que sabe realmente lo que una biblioteca personal es: una
"anti-biblioteca". Es decir, una colección de libros que uno no ha
leído todavía. Después de todo, "los libros no leídos son mucho más
valiosos que los que se leen". Eco separa a los visitantes en dos
categorías: los que ven su biblioteca e inmediatamente se preguntan cuántos de
los 30.000 volúmenes ha leído, y los que ven la biblioteca y entienden que es
una herramienta de investigación.
De lo que realmente se
trata es de cultivar la curiosidad y aprender a aprender. Mientras investigaba
su propio doctorado Eco se quedó atascado, y un día pasó por una
librería y compró un libro de un oscuro abad del siglo XIX porque le gustó la
encuadernación. Sin pensarlo, encontró en una línea desechable una idea
asombrosa...
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