En esta 39 edición la ciudad invitada de honor será
Amsterdam. Tiene su espacio propio en el Café Amsterdam en el Pabellón
Amarillo. Allí, la fundación Letterenfonds, que se dedica a la promoción de la
literatura holandesa en el mundo, recreó el espacio íntimo de un café,
en el que se presentará una selección de los mejores escritores holandeses
contemporáneos. Como parte de la delegación de la Ciudad Invitada de Honor,
contaremos con la visita de Maarten Asscher, Douwe Draaisma, Arnon Grunberg,
Herman Koch, Cees Nooteboom, Joke van Leeuwen, Wouter van Reek y Frank
Westerman. Aquí una muestra de la literatura holandesa:
Encuentro de Cees Nooteboom
“Dos chicos viene hacia mí por el angosto camino que
va del mar al pueblo.
Uno de ellos es un adolescente, alto, sin forma aún, su cuerpo entero se bambolea. A su lado, el paso del chico más joven que le sigue resulta mucho más mesurado. Moreno, sureño, romano. No sé calcular su edad, nueve o diez años tal vez, pero me llama la atención su mirada profundamente abstraída. Es imposible saber lo que está viendo en su interior, claro está, pero el misterio de su concentración extrema me incita a dar un salto en el tiempo. ¿Cuánto tiempo hace que yo tenía su edad? ¿Por qué siento que hay algo en él que reconozco? El hombre que soy ahora, transcurridos más de sesenta y cinco años, ¿estaba ya presente en el niño que no recuerdo? La pregunta me rondará la cabeza el resto del día. ¿Existe eso? ¿Otro ser como espejo en el que tu edad desaparece? ¿Por qué tengo la sensación de haberme cruzado conmigo mismo? Y, si no es así, ¿quién es esa persona que pasó a mi lado y que nunca llegaré a conocer?”
Foto de Klaas Koppe
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Uno de ellos es un adolescente, alto, sin forma aún, su cuerpo entero se bambolea. A su lado, el paso del chico más joven que le sigue resulta mucho más mesurado. Moreno, sureño, romano. No sé calcular su edad, nueve o diez años tal vez, pero me llama la atención su mirada profundamente abstraída. Es imposible saber lo que está viendo en su interior, claro está, pero el misterio de su concentración extrema me incita a dar un salto en el tiempo. ¿Cuánto tiempo hace que yo tenía su edad? ¿Por qué siento que hay algo en él que reconozco? El hombre que soy ahora, transcurridos más de sesenta y cinco años, ¿estaba ya presente en el niño que no recuerdo? La pregunta me rondará la cabeza el resto del día. ¿Existe eso? ¿Otro ser como espejo en el que tu edad desaparece? ¿Por qué tengo la sensación de haberme cruzado conmigo mismo? Y, si no es así, ¿quién es esa persona que pasó a mi lado y que nunca llegaré a conocer?”
Foto de Klaas Koppe
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