16 ago 2012

, , , , , , , , , , , , , , , , , ,

La mirada de Giacometti 2

























Jean-Paul Sartre: “Derriere le miroir”, 1957


“Una exposición de Giacometti es un pueblo. Esculpe unos hombres que se cruzan por una plaza sin verse; están solos sin remedio y, no obstante, están juntos; van a perderse para siempre, pero no podrían hacerlo si no se hubiesen buscado. Giacometti, cuando ha escrito sobre uno de sus grupos, ha definido su universo mejor de lo que yo podría hacerlo. Ha dicho que este universo le recordaba “una parte del bosque vista durante muchos años y cuyos árboles de troncos desnudos y esbeltos… siempre se me asemejaban a unos personajes inmovilizados en su andar y que se hablaban”. ¿Y qué puede ser, en consecuencia, esta distancia circular –que únicamente la palabra puede atravesar– sino la noción negativa, el vacío. Giacometti, irónico, desafiante, ceremonioso y tierno, ve en todas partes el vacío. No en todas partes, se podrá decir: hay objetos que se tocan. Pues precisamente Giacometti no está seguro de nada, ni de eso siquiera, pues semana tras semana, totalmente fascinado, ha visto cómo las patas de una silla no tocaban el suelo. Los puentes están rotos entre los hombres, entre las cosas; el vacío se hace presente aquí y allí: cada criatura oculta su propio vacío. Giacometti  ha llegado a ser escultor, porque tiene la obsesión del vacío. Acerca de una de sus estatuillas dice: “Soy yo, andando rápidamente en una calle envuelta por la lluvia”…
Giacometti es escultor porque lleva sobre sí su vacío a la manera que un caracol porta su caparazón, porque quiere darlo a conocer en todas sus facetas y dimensiones. Y tan pronto puede vérsele acomodado con ese destierro minúsculo que le acompaña permanentemente,  como  horrorizado ante él…
En otro lugar he intentado mostrar que Giacometti llegaba a la escultura como un pintor, puesto que daba a una figurilla de yeso el mismo tratamiento que si se tratase  del personaje de un cuadro: las estatuillas reciben una distancia imaginaria y fija. Puedo decir, a la inversa, que llega a la pintura como escultor, pues quisiera hacernos admitir como un vacío verdadero el espacio imaginario limitado por el marco…
¿Cómo pintar el vacío? Nadie, antes de Giacometti, lo ha intentado. En los últimos quinientos años, los cuadros están llenos a rebosar: todos los objetos del universo figuran en ellos. Giacometti comienza por expulsar al mundo de sus lienzos: su hermano Diego, completamente solo, en la inmensidad de un hangar: ya es bastante…
El arte de Giacometti es comparable al de un prestidigitador: sufrimos su engaño y somos sus cómplices. […] Giacometti ha comprendido hace mucho que los artistas trabajan en el dominio de lo imaginario y que nuestras creaciones son engañosas.”


Share:  

0 comentarios:

Publicar un comentario