Seis horas pueden ser muchos años. Todos hemos experimentado las bruscas contracciones del tiempo que pueden convertir un minuto en una eternidad y pueden concentrar décadas enteras en el filo cortante de un único segundo. De hecho, toda la literatura es el esfuerzo, expresado en mil máscaras, para demostrar que nuestra idea habitual del tiempo no es sino un error cuando entendemos la vida desde el punto de vista de las sensaciones. La memoria, materia prima de cualquier ejercicio literario, es el preciso terreno en el que acontecen todas las distorsiones temporales: los recuerdos fluyen arbitrariamente y debemos orientarnos en medio del caos. Baudelaire fue elocuente al definir al poeta como el maestro de la memoria; Mandelstam fue aún más lejos al considerarlo el "maestro del eco", dando por sentado que nadie llega nunca al sonido originario y que ya es mucho capturar los ecos que se expanden por el mundo como huellas de un tiempo partido o como indicios del que todavía debe pronunciarse.
0 comentarios:
Publicar un comentario