Don Quixote, Salvador Dalí, 1971. |
El novelista ingenuo y el sentimental.
A continuación transcribimos un fragmento del comienzo del libro de Orhan Pamuk, El novelista ingenuo y el sentimental, en el que hace referencia a la naturaleza extraordinaria de las novelas:
“Las novelas son segundas vidas. Como los sueños de
los que habla el poeta francés Gérard de Nerval, las novelas ponen al
descubierto los colores y las complejidades de nuestras vidas y están llenas de
gente, rostros y objetos que creemos reconocer. Cuando nos sumergimos en una
novela, y al igual que sucede en los sueños, a veces es tan honda la impresión
que nos causa la extraordinaria naturaleza de las cosas que leemos, que
olvidamos dónde estamos y es como si estuviésemos rodeados de la gente y los
acontecimientos imaginarios que estamos presenciando. En esas ocasiones,
tenemos la sensación de que el mundo ficticio que descubrimos es más real que
el propio mundo real. El hecho de que esas segundas vidas puedan parecernos más
reales que la realidad significa a menudo que sustituimos las novelas por la
realidad, o al menos que las confundimos con la vida real. Sin embargo, nunca
nos quejamos de esta ilusión, de esta ingenuidad. Al contrario, al igual que en
algunos sueños, queremos que la novela que estamos leyendo continúe y esperamos
que esta segunda vida siga evocando en nosotros un sentido constante de
realidad y autenticidad. A pesar de lo que sabemos sobre la ficción, nos
enfadamos y nos molesta que una novela no sea capaz de mantener la ilusión de
que refleja una vida real.
Al soñar asumimos que los sueños son reales; así son
los sueños por definición. De modo que al leer novelas asumimos que son reales,
pero en algún rincón de nuestra mente también sabemos que nuestra asunción es
falsa. Esta paradoja se deriva de la naturaleza de la novela. Empecemos
recalcando que el arte de la novela reside en nuestra capacidad para creer
simultáneamente en estados contradictorios.”
Imagen de Salvador Dali