Azul profundo, Luis Gruss
Soy un pez imperfecto, duro,
complicado. Mi piel está cubierta de escamas rarísimas. Una apretada escafandra
de neoprene, largas aletas de goma en los pies, lastre de plomo en la cintura,
casco, guantes, octopus, visor, tanque, chaleco, manómetro,regulador. Para ser
pez hay que ponerse una armadura.
Desde la plataformadel barco. Con
el gesto desaprensivo del paracaidista o el suicida, doy un paso hacia el
abismo. Me encomiendo a Yemanjá –diosa del mar y de los buzos en desgracia– y
pienso: algo tiene que haber allá abajo, así como hay una mujer desnuda debajo
de la ropa de cualquier mujer.
La tapa del océano se rompe de
pronto en mil pedazos. No sé si estoy en el aire o en el agua. Veo por fin las
joyas que escondía el cofre. Burbujas de silencio en el desierto de los ruidos.
El reino de la delicadeza. La música empieza donde terminan las órdenes. Ahora
miro el mar con ojos de pez imperfecto, duro, complicado. Pero libre, acaso,
por primera vez.
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