13 nov 2014

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Biblioteca 3

Exlibris de la Biblioteca Aby Warburg.

El amante de las sendas inexploradas

Aby Warburg, hijo de banqueros de Hamburgo, estaba destinado a heredar el negocio familiar por su primogenitura, que finalmente vendió a su hermano menor a cambio de que éste le comprara durante su vida todos los libros que quisiera y así construir su propia biblioteca. Tuvo una intuición brillante, adelantada a su tiempo, irrespetuosa con los cánones jerárquicos o alfabéticos de ordenación de las bibliotecas: sus libros debían ordenarse por afinidad, haciendo preponderar sus correlaciones ocultas, propiciando su encadenamiento continuamente cambiante. 
Hoy en día el sueño de Warburg nos resulta obvio y factible mediante el uso de etiquetas o tags, marcas que no son excluyentes de manera que un mismo contenido puede ser invocado a partir de cualquiera de sus descriptores formando parte de diversas constelaciones o configuraciones variables de elementos, de acuerdo con la búsqueda que se haya realizado. La biblioteca continuamente renovable y reorganizable es hoy una realidad a los sistemas de etiquetado público que los usuarios de un sitio construyen conjuntamente También, muchos años después, su sueño se ha hecho realidad en la Warburg Electronic Library.
En lugar de obras canónicas dispuestas cabalmente en los estantes de una biblioteca, que denotan el orden inalterable del conocimiento, Warburg pretendía construir un espacio desjearquizado, un entramado donde se hicieran visibles las recónditas concordancias entre los diversos textos, estableciéndose de ese modo más que una jerarquía, un atlas de un territorio que cada lector podía recorrer de diversas e inusitadas maneras.

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La misma forma física de la biblioteca pretendía facilitar esa concatenación temática, esa encadenamiento cambiante. "La biblioteca de Warburg tenía forma elíptica para que la distribución de los libros no tuviera una ruptura en su continuidad", ha explicado Alberto Manguel. Warburg, además, fue inventor de leyes para el lector, exponiendo, por ejemplo, la ley del buen vecino, que dice que “la información que buscamos en un libro se encuentra siempre en el libro de al lado”.