Exlibris de la Biblioteca Aby Warburg. |
El amante de las sendas inexploradas
Aby Warburg, hijo de banqueros de Hamburgo, estaba
destinado a heredar el negocio familiar por su primogenitura, que finalmente
vendió a su hermano menor a cambio de que éste le comprara durante su vida
todos los libros que quisiera y así construir su propia biblioteca. Tuvo una
intuición brillante, adelantada a su tiempo, irrespetuosa con los cánones
jerárquicos o alfabéticos de ordenación de las bibliotecas: sus libros debían
ordenarse por afinidad, haciendo preponderar sus correlaciones ocultas,
propiciando su encadenamiento continuamente cambiante.
Hoy en día el sueño de Warburg nos resulta obvio y factible mediante el uso de etiquetas o tags, marcas que no son excluyentes de manera
que un mismo contenido puede ser invocado a partir de cualquiera de sus
descriptores formando parte de diversas constelaciones o configuraciones
variables de elementos, de acuerdo con la búsqueda que se haya realizado. La
biblioteca continuamente renovable y reorganizable es hoy una realidad a los
sistemas de etiquetado público que los usuarios de un sitio construyen conjuntamente
También, muchos años después, su sueño se ha hecho realidad en la Warburg Electronic Library.
En lugar de obras canónicas dispuestas cabalmente en los
estantes de una biblioteca, que denotan el orden inalterable del conocimiento,
Warburg pretendía construir un espacio desjearquizado, un entramado donde se
hicieran visibles las recónditas concordancias entre los diversos textos,
estableciéndose de ese modo más que una jerarquía, un atlas de un territorio
que cada lector podía recorrer de diversas e inusitadas maneras.
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La misma forma física de la biblioteca pretendía facilitar
esa concatenación temática, esa encadenamiento cambiante. "La biblioteca
de Warburg tenía forma elíptica para que la distribución de los libros no
tuviera una ruptura en su continuidad", ha explicado Alberto Manguel.
Warburg, además, fue inventor de leyes para el lector, exponiendo, por ejemplo,
la ley del buen vecino, que dice que “la información que buscamos en un libro
se encuentra siempre en el libro de al lado”.